Votar por la independencia (del miedo y la intolerancia)
12 - 9 - 2017El referéndum no es ilegal. Ni las detenciones de cargos electos, ni la intervención de la Fiscalía, ni el desembarco policial en Cataluña lo hacen ilegal. Afirmar que es ilegal sería como asumir la legitimidad de un organismo absolutamente politizado y caduco, como el Tribunal Constitucional (TC), y comprar acríticamente el relato interesado de determinados medios de comunicación estatales. Que el TC haya suspendido el referéndum, no implica su ilegalidad, implica una suspensión que no ha sido reconocida por la Generalitat. Lo que preocupa, pues, y es razonable que sea así, es si en estas circunstancias podrá ser efectivo. Si servirá para resolver el conflicto político que vive el país. Si realmente, al cabo de 48 horas y a pesar de la situación de excepcionalidad en que vivimos se podrá declarar la República Catalana, tal y como dicta la también suspendida Ley de Transitoriedad Jurídica si gana la opción del “Sí”. O mejor dicho, si en caso de que se proclame, existirá reconocimiento internacional.
Sea como sea, una de las decisiones más importantes del país llega en unos días sin que ninguno de nosotros –ni los del “SÍ”, ni los del “NO”, ni los del “depende”– hayamos podido asistir a ningún debate. Con la autonomía intervenida y con los cuerpos policiales haciendo horas extras en nuestras calles, el debate ha terminado girando alrededor de si se podrá, o no, celebrar el referéndum, más que sobre las virtudes o debilidades de una eventual independencia. Hay quien se había imaginado este momento apasionante de la historia rodeado de argumentos y de ideas. De matices. De contrastes. De datos. De personas relevantes de la economía, la seguridad, la ecología, la cultura, el deporte o la política haciendo campaña en favor de las diferentes opciones. No. Ninguna televisión pública, ni privada; ni ningún equipamiento de ningún tipo, acogerán este tipo de foros.
La falta de un debate profundo, complejo y neutral, sin embargo, no se debe, únicamente, al despliegue policial en Catalunya. Sabíamos que sería así desde hace tiempo, si finalmente la vía elegida para llegar al referéndum era la unilateral. En la unilateralidad se movilizan, sobre todo, los convencidos. La mejor campaña del NO –tal como han hecho PP, C’s y también un PSOE absolutamente desdibujado- es relacionar el voto con la ilegalidad, es decir, con el miedo. Los partidarios del ‘NO’ no tienen ningún aliciente para acudir a las urnas, ni tampoco tienen voz en ninguna campaña. Es poco atractivo salir al terreno de juego si antes ya te han advertido que el partido no será válido. Sencillamente los del “NO” ganan si ese día hacen cualquier cosa menos votar.
Ante esto, hay quien dirá: “Ok, muy bien, ¿y que teníamos que hacer los independentistas, esperar décadas hasta que el Estado avale un referéndum acordado y vinculante?” Y tienen razón. Es legítimo que el independentismo, frente a las múltiples negativas del Estado de negociar nada, opte por la vía unilateral, entre otras cosas porque tiene la suficiente mayoría parlamentaria como para hacerlo. Y muchos de los que no creemos que esta sea la mejor vía, nos sentimos en la responsabilidad moral de contribuir mientras las posibilidades de “hacerlo bien” sean objetivamente lejanas. Sin embargo, parece lógico pensar que las circunstancias de excepcionalidad en las que se celebrará el referéndum -si es que lo podemos llegar a celebrar— dificultarán la concurrencia por igual de las partes; dificultarán la lectura que se hará del resultado; y sobre todo, dificultarán su aplicación.
¿Qué hacer, pues, de cara al próximo domingo, con un referéndum legítimo, pero suspendido, y con los Mossos bailando sardanas alrededor de los colegios electorales? La respuesta, para mí, es clara: salir masivamente a la calle, papeleta en mano. E intentar votar. Votar sí, votar en blanco o votar no; pero intentar votar. A pesar del miedo que nos querrán infligir y aunque sea driblando agentes. Participar del 1-O es hoy el mejor ejercicio de soberanía que tenemos como pueblo. Y uno de los principales problemas que tiene el gobierno de Rajoy y que lo puede llevar de donde no debería salir nunca: la oposición. Por lo tanto, hay que salir a la calle y hacer compatible el voto con una movilización masiva contra la oleada represiva del Estado. Sin duda, lo que no ha conseguido estos meses el independentismo, como lo era ensanchar su base social; lo ha conseguido con creces la estrategia autoritaria del gobierno popular. La reacción del mundo estudiantil, sindical, cívico y vecinal ha construido un amplio y diverso bloque democrático dispuesto a convertir el 1 de octubre en una enorme enmienda a la totalidad del Régimen del 78. El debate ya no va, solamente, de independencia. Entra en juego la dignidad colectiva de un pueblo acostumbrado a luchar y, también, la defensa de los derechos y las libertades vulneradas en los últimos días. Y por lo tanto, todo apunta a una alta participación con ramificaciones también más allá del Ebro.
Muchos saldremos a la calle convencidos de que el 1-O no es sólo una oportunidad para Cataluña, sino para el conjunto de pueblos que hoy conforman España. Muchos que discrepamos del “independentismo mágico”, o que vemos con desconfianza como la derecha neoliberal catalana ha abrazado el independentismo, entendemos que el 1-O puede ser la palanca de un cambio más amplio y en clave constituyente, también, para el resto del territorio. El estímulo para activar una sacudida que rompa el candado del 78. Muchos creemos que hoy una relación de igualdad entre los pueblos y el gobierno central ya no es posible con el modelo autonómico; y que es necesario un nuevo estatus de convivencia. Lo cual no va de la mano con romper los lazos que nos vinculan con el resto de ciudadanos con los que compartimos memoria, luchas y poderosos adversarios en común.
Y, como decía en el título, muchos también saldremos a la calle a pedir la independencia de la intolerancia. La intolerancia del españolismo más anacrónico que anima con cánticos mononeuronales los Guardia Civiles que vienen armados hasta los dientes a Cataluña; y también de la intolerancia de parte del independentismo que etiqueta de buenos o malos catalanes en función de su grado de patriotismo. ¿De verdad queremos hacer un país en el que personajes de la trayectoria y compromiso de Serrat (en cultura), Évole (en periodismo) o Coscubiela (en política) sean nuestros sospechosos habituales? Por qué si es esta estrechez de miras la que debe regir los fundamentos de la nueva República algunos nos perderemos por el camino. A muchos nos preocupa que el nacionalismo español y una parte del independentismo –el más sectario y que traiciona su raíz más popular- tengan puntos de coincidencia. Curiosamente, a ambos extremos les interesa mucho la España monocolor y cavernícola del “oe, oe”, y muy poco la fraterna que se ha movilizado en favor de la plurinacionalidad y del derecho a decidir.
De este mundo binario, tendente al pensamiento único, con alergia al diálogo y a los matices, muchos también nos queremos independizar. Cerrar los ojos ante estas sensibilidades solidarias es cerrar los ojos ante la mejor versión de los pueblos e hipotecar la posibilidad de unas alianzas necesarias para seguir soñando a partir del 2-O.
Tengo un amigo que duda entre la CUP y Catalunya sí que es Pot
09 - 26 - 2015Tengo un amigo que tiene dudas. Aún no sabe qué hacer el 27S, si votar a la CUP-Crida Constituent o a Catalunya Sí que es Pot (la confluencia de ICV-EUiA con Podemos y Equo)
Este amigo mío, a veces se ilusiona y otras tiende a entristece. Tiene la familia y las amistades divididas -bien, divididas no; muy unidas pero con discrepancias sobre el voto- y sus valores, sentido crítico y esperanza algo despistados. Tengo un amigo que está dispuesto a poner en juego lo que sea necesario si es para que se respeten los derechos sociales y nacionales del pueblo que ama. Este amigo entiende que la soberanía se defiende combatiendo los ataques a la lengua, la cultura y la democracia. Y de la misma forma cree que no hay soberanía posible sin escuelas, sanidad y equipamientos públicos. La soberania también es ser independiente de los mercados financieros, suele decir.
Tengo un amigo que no cree mucho en las fronteras, pero sí cree que detrás de las banderas se esconden valores. Tradiciones. En casa tiene la estelada y la bandera republicana y las dos le representan, porque las dos hablan de libertad. Tengo un amigo que quiere a Ses Illes, Euskal Herria, Galicia, Andalucía y a las Islas Canarias. Que le gusta el flamenco, la rumba, la gaita, Rubianes, Machado y las papas arrugás. Que tiene sangre murciana y que se siente herido cuando el nacionalismo -o la ignorancia-, venga de donde venga, enfrenta pueblos. No hay nada más triste para este amigo que se iguale al gobierno del PP con la diversidad de las familias que viven en España. La mayoría quieren y respetan Catalunya, pese a años de catalanofobia infame.

‘Ai’, ilustració de Joan J. Guillén
Tengo un amigo que cree que el bipartidismo se ha comportado como una especie de cáncer que ha hecho metástasis y que cuesta de atacar. Que se reproduce y que mata la ilusión. Que ofende, que está podrido, y que engaña. Eso sí, trata de ser justo y también le generan todo el respeto aquellos socialistas que trabajan para dignificar su espacio político. Este amigo tampoco le gusta en exceso que algunos se miren demasiado el ombligo. Lamenta el régimen pujolista y la falta de autocrítica de CDC y Unió por haber pivotado durante años la estabilidad de un Estado carente de convicción democrática. Surgido de una Transición miedosa. Incompleta. Y, sobre todo, interesadamente desmemoriada con aquellos que murieron por la libertad.
Este amigo mío, que no siempre tiene razón y que se equivoca, tiene un marco mental que a veces lo limita. Su tradición familiar bebe del PSUC, su padre estuvo encarcelado tras manifestarse en contra del asesinato a sangre fría de Salvador Puig Antich y su abuelo murió de un infarto tras años encerrado en la Modelo y en el penal de Burgos. La sangre le hierve cuando escucha algunos discursos ciegos y sordos, pero hace años que medita y se toma hierbas antes de acostarse. Este amigo mío, de abuelas luchadoras, que siempre ha tenido claro la orientación de su voto, a veces se siente incómodo con la huella de Podemos en campaña de Catalunya Sí que es Pot. Excesiva, entiende. No siempre acertada. Pero no le resta valor a la brecha abierta en el Estado, y al cambio monumental que vivieron ciudades hasta ahora reinadas por el PP, como A Coruña, Santiago, Cadiz, Madrid o Valencia, el pasado 24 de mayo en las municipales.
Este amigo mío le gustaría vivir en una República Catalana. Sin perder los vínculos con otros pueblos de España y el sur de Europa, todos ellos, si lo quieren, con el derecho de autodeterminación garantizado. Porque cree el futuro es de los pueblos y de su gente. Y entiende la ilusión que despierta Junts pel Sí, y admira a personas de la candidatura, pero no cree que los que siempre han hecho lo mismo ahora puedan ser parte del cambio. Duda profundamente que departamentos gobernados por CDC puedan avanzar hacia la soberanía porque en su ADN estan las privatiozaciones. Este amigo cree que el pluralismo es un bien muy preciado y que su televisión pública la ha perdido. Y que ha habido un uso y abuso de los símbolos en beneficio de un único relato sobre Catalunya, que es un país plural, diverso y que lo tenemos que hacer entre todos, pensemos como pensemos.
Este amigo mio echa en falta debate político. Educativo, social, sanitari… Y no le gusta que sus referentes políticos entren en críticas eternas. Sí le gusta la discusión y el contraste de propuestas, pero no los ataques innecesarios. Mi amigo acepta las contradicciones, porque son parte de la vida y porque él es el primero en contradecirse cada día. Tengo un amigo que no le gustan los dogmatismos, ni los sectarismos, ni el pensamiento único. Que cree que Catalunya es Serrat, Llach y Ovidi a la vez. Tengo un amigo que no quiere sólo un país nuevo, que quiere un país mejor. Limpio, justo y transparente. Y que cree que la ruptura con el Estado y el régimen surgido del 1978 es inaplazable.
Yo, a este amigo mío, no puedo ayudarle mucho. Sólo le presto estas dos conversaciones que he tenido con los dos cabezas de lista que se plentea votar. Y que él elija. Me dice que espera que la pugna electoral de hoy, sea la alianza ciudadana de mañana.
Convivencia o inseguridad… ¿o crisis?
04 - 17 - 2014La frontera que separa los problemas de convivencia y los de inseguridad es muy delgada. Lo hemos visto en esta nueva edición del diario, en el que explicamos el malestar de un importante número de vecinos a raíz de las conductas incívicas de un grupo de jóvenes de origen extranjero. Nos lo han explicado mientras que fuentes de la policía, el consistorio y el tejido asociativo nos desmentían cualquier tipo de organización delictiva en el barrio y nos ubicaban el conflicto en cuestiones relacionadas únicamente con la convivencia.
En los últimos años, no se puede decir que los medios de comunicación hayan contribuido a cambiar la percepción de ciertos jóvenes en nuestra sociedad. Muchas empresas de la comunicación buscan noticias llamativas que confirmen un imaginario conflictivo de actividades violentas entre bandas. Desde estas páginas queremos huir de un periodismo alarmista y apostamos para explicar la complejidad de las relaciones humanas. Hay que denunciar el incivismo, venga de donde venga, pero somos conscientes de la estigmatización de los inmigrantes en el que cae a menudo la opinión pública, que les exige demostrar cada día que son inocentes.
La realidad compleja que vive el Poble-sec y la preocupación por parte del vecindario ni se debe exagerar ni se debe esconder, al contrario. Hay que diagnosticar correctamente y poner recursos. Pero hablar de inseguridad ciudadana es arriesgado porque es un término muy cargado ideológicamente. A menudo lo vinculamos a unos determinados delitos, mientras que constantemente vemos cierta ceguera sobre la inseguridad que, por ejemplo, produce el actual marco laboral, la especulación, los grandes fraudes bancarios o la corrupción.
Esta crisis ha sido especialmente cruda para las clases populares y ha provocado competencia entre colectivos. La actual situación es campo abonado para el reforzamiento de los estereotipos xenófobos. De hecho, el informe presentado recientemente por SOS alerta del crecimiento “de un racismo invisibilizado” y pone de manifiesto los peligros del racismo institucional y cómo este está alimentando el racismo social. Una de las conclusiones a las que llega el estudio es la escasa voluntad institucional para afrontar este hecho.
Es necesario reforzar el diálogo entre los diferentes colectivos y priorizar las inversiones en la calidad de vida de los barrios. El Poble-sec puede presumir de cumplir con creces y de manera transversal la cruzada por la inclusión. Sólo así evitaremos que futuros conflictos y delitos debiliten la cohesión social del barrio. Invertir en convivencia es evitar el germen del populismo.
El maestro que prometió el mar
12 - 5 - 2013Un maestro catalán, instalado por vocación y convicción en un minúsculo pueblo empobrecido de Burgos, fue asesinado por los militares en 1936, nada más estallar la Guerra Civil. Sus alumnos, hoy abuelos, todavía recuerdan aquel profesor que les enseñó a expresar sus emociones y a ser personas libres. El documental El Retratista, que ayer emitieron los Cines Girona a raíz de la presentación de El Diari de l’Educació de la Fundación Periodisme Plural, cuenta la historia de Antoni Benaiges, el maestro que acabó en una fosa común por ‘haber prometido el mar’.
“Con la sublevación militar de julio de 1936, lo primero que hicieron los falangistas fue ir contra la escuela, hicieron una guerra contra la escuela”. Lo explicaba con rotundidad el profesor emérito e historiador de la Universidad Pompeu Fabra, Josep Fontana, en el coloquio Maestros de Libertad posterior a la emisión del documental. Irene Balaguer, presidenta de la Asociación de Maestros Rosa Sensat, añadía: “una sociedad educada es siempre un peligro para aquellos que la quieren dominar”.

De izquierda a derecha, Alberto Bougleux y Sergi Bernal (El Retratista), Irene Balaguer (Rosa Sensat), Josep Fontana (historiador) y Josep Carles Rius (Fundació Periodisme Plural) Foto: Diari de l’Educació
Las dos reflexiones se pueden constatar en la obra rigurosa y emotiva de Sergi Bernal y Alberto Bougleux, que rescatan del olvido el trabajo y la personalidad del maestro Benaiges. Un férreo defensor y fiel portador de la técnica Freinet, una innovadora metodología pedagógica basada en la participación de los niños y el uso de la imprenta, que creó su colega francés Célestin Freinet. Mención especial merece el entrañable recuerdo de sus antiguos alumnos, que han perdido la juventud pero mantienen intacta la ternura y la inocencia. El verano del 36, después de haber impreso un cuaderno titulado El mar: Visión de unos niños que no lo han visto nunca, el profesor les prometió llevarlos hasta Barcelona para que lo vieran. Setenta y cinco años de su muerte, los alumnos conservan su legado y recuerdan la promesa que les hizo el maestro y que sólo el odio del fascismo le impidió cumplirla.
A Benaiges sólo lo vemos en alguna fotografía perdida que conservaron sus discípulos. Las pocas que los padres de los niños no arrojaron en la hoguera por miedo a que se les relacionara con el maestro. Su rostro aparece en el retrato que sirve de cartel promocional. En segundo plano, envuelto de cierto misticismo, cediendo todo el protagonismo a sus niños. Precisamente tal y como fue su maestría. Quizá por eso, por la falta de documentos gráficos en los que le vemos, uno puede cerrar los ojos y imaginar la figura de Benaiges reencarnada en el personaje de ‘el maestro’ que protagoniza Fernando Fernán-Gómez en ‘La lengua de las mariposas’. Al fin y al cabo, Benaiges, como aquel bondadoso profesor que tejió Manuel Rivas, primero, y que llevó a la pantalla José Luis Cuerda, después, es sólo uno de los cientos de profesores eliminados por la crudeza de la guerra.
Al terminar la emisión, Sergi Bernal, ideólogo del proyecto, explicaba como en agosto de 2010 fue a Bañuelos de Bureba, donde hoy apenas viven 30 personas. A poca distancia, un equipo de arqueólogos y forenses trabajaba para la exhumación de una de las fosas comunes de las montañas de La Pedraja. Allí se gestó el embrión de un documental que ayer conmovió a cerca de 150 personas en los Girona y que se ha llevado a cabo gracias a la implicación del público. Y es que los recursos para producir el film han salido de una campaña de verkami que superó las previsiones de sus impulsores.
El documental es una invitación al pasado pero también a un debate, el de la educación, más presente que nunca. Resulta inevitable preguntarse qué valores imperan hoy en nuestra sociedad. ¿Vivimos lo bastante amparados bajo conceptos como la creatividad, la empatía, la solidaridad o la comprensión? ¿O somos esclavos de un modelo de sociedad que se fija más con lo que tenemos que en lo que somos? La competitividad, el éxito, las apariencias, el triunfo… ¿Estamos legislando para que nuestros maestros puedan enseñar a pensar a sus alumnos? ¿La igualdad de oportunidades en la escuela está garantizada en un momento de privatización de la enseñanza? El Retratista no hace sólo un homenaje a Benaiges, sino a los valores de progreso que defendían los maestros de la República y a nuestra memoria colectiva. Una mirada al pasado para recuperar de las cenizas la esencia de la educación.
El Retratista – trailer oficial from alberto bougleux on Vimeo.
Título: El Retratista / Dirección, fotografía , montaje: Alberto Bougleux / Idea original: Sergi Bernal / Duración: 52′ / Año: 2012 / Más info
Cárceles de lujo vs. libertad precaria
11 - 1 - 2013Tras el triplete de lecturas que acabo de degustar sobre nuestra querida profesión —Hem renunciat al periodisme, de Anna Bonet; A l’abordatge, de Roger Palà; y Abordant la precarietat, de João França— es inevitable no sumarse al carro de la reflexión. Para ello, recupero una frase que, recientemente, me regaló uno de aquellos profesores de quien uno guarda un especial recuerdo y con quien se puede mantener una relación de igual a igual una vez finalizados los estudios. Decía así: “puedes vivir acomodado en una prisión de lujo, o salir a la calle a ejercer tu libertad precaria”.
El concepto es gráficamente poderoso y verbalizaba la inquietud que, desde hace años, convive con muchos profesionales que desfilamos por esta frágil línea divisoria. Soy de aquellos periodistas —cosecha del 84— que cubrió la crisis desde la aparente comodidad de la redacción hasta que la magnitud de la situación derrumbó los débiles muros que, creíamos, nos protegían. La crisis sistémica, además, se puso de acuerdo con una crisis de modelo que ha alterado la lógica emisor-receptor y, entre una cosa y otra, todavía ahora es un misterio averiguar cómo será la práctica periodística del futuro.
Lo que es y será inegociable, sea cual sea el modelo, es la esencia del periodismo. No quisiera trazar ninguna línea maestra de lo que es o lo que no es periodismo, allá la libertad de cada compañero, pero soy de los que ha esculpido su propia imagen de la profesión alrededor de referentes como Montalbán –por cierto, se cumplen 10 años de su muerte— o Huertas Claveria. Denunciar las injusticias, sospechar de la versión oficial –y sobre todo del silencio oficial— dar voz a los que más lo necesitan y, en definitiva, ser incómodo al poder es lo que afortunadamente sigue dando sentido a este oficio para muchos compañeros. El resto de interpretaciones son válidas y hay que asumirlas, sobre todo cuando el alquiler llama puntual a la puerta. Pero no me sirven para cumplir con lo que, de pequeño, me enseñaron en casa: poder ir a la cama con la sensación de haber contribuido a mejorar las cosas.
La lógica empresarial de los medios privados y la presión política vía subvención en los públicos le hace permanentemente bulling a la profesión. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que todos los compañeros y compañeras que trabajan en medios grandes sean serviles cómplices de esta situación. Como dice João, también en “las redacciones ‘gerontocráticas’ están llenas de grandes profesionales que en su día a día consiguen hacer huecos para lo que es importante”. Pero los criterios que marcan lo que sale y lo que no en portada no tienen nada que ver con los que nos enseñaron o con los que comentaba en el párrafo anterior. De hecho, a veces tengo la sensación de que esta misma militancia del periodismo desobediente y combativo es la que nos aleja del mercado laboral.
El futuro de la profesión está en nuestras manos y, posiblemente, para recuperar la esencia deberemos ser originales y, sobre todo, valientes. Como lo han sido en los últimos años diversas iniciativas que han emergido como nuevas fórmulas de periodismo. Propuestas estimulantes, algunas jóvenes y brillantes y que, por qué no, pueden ser la punta de lanza de una alternativa al polarizado poder mediático. Desde los medios sociales y portales alternativos hasta grupos de profesionales críticos, pasando por cierta prensa de proximidad o veteranos maestros que vuelven a dar guerra. Me gusta pensar que las grietas de esperanza actuales pueden iluminar el camino que mañana nos lleve hacia otro paradigma mediático.
Para terminar, cito la “flota de barcos de periodistas-pirata, abordando en masa y por sorpresa las gerontocráticas redacciones de los medios de comunicación de Barcelona” que describe con lucidez Roger Palà. Me anima y me interpela directamente y, como a João, me ha robado una sincera sonrisa. Yo me los imagino como valientes abanderados de la libertad precaria desde la que escribo. Pero hay otros piratas a los que hay que prestar atención. A veces, incluso, van vestidos de veteranos editores que desde su poltrona contribuyen más o menos intencionadamente a precarizar nuestro mercado laboral y a limitar nuestra libertad de prensa. Y no me refiero, obviamente, a los que emprenden nuevas propuestas y hacen lo imposible para obtener recursos. Me refiero a los que viven apoltronados, que exigen más que escriben y que, cuando lo hacen, se les tiene que rehacer medio texto. No permitamos que hagan de nuestro silencio su coartada. Denunciemos las injusticias, que es lo mejor que sabemos hacer, empezando por las que sufrimos nosotros.
Luchar también es educar
10 - 4 - 2013Luchar también es educar. La resolución del Tribunal Constitucional (TC) ha concluido que el catalán no será un requisito para los funcionarios de las Islas, sino un mérito. La legalidad vigente se pone de nuevo al lado de un decreto del PP y avala, por lo tanto, la política lingüística del presidente Bauzá, que ha conseguido movilizar como nunca la comunidad educativa de Baleares. Luchar también es educar y la lección de dignidad y compromiso que están dando los docentes compensa todas las horas lectivas perdidas. Como era de esperar, desde el ejecutivo se ha ignorado el clamor de la calle y se ha apelado a la mayoría silenciosa, el nuevo y más surrealista aliado de la derecha inmovilista. Ahora, según una información del Diario Ara Balears, el PP podría llevar ante los tribunales a los padres y madres que no han llevado a sus niños a clase en solidaridad con la protesta. Ante el “terrorismo cultural de Bauzá”, como me lo describía hace unos meses la activista mallorquina, Aina Díaz, la mejor respuesta es: 2056-0009-74-4102003418 —Caixa Colonya, a nom de l’Obra Cultural Balear—, el número de cuenta de la caja de resistencia de los docentes en huelga.
¿Collboni, candidato del PSC por Barcelona? La pérdida de protagonismo del PSC en el debate político catalán tiene orígenes diversos y explicaciones complejas. Lo que está claro es que el actual debate sobre el derecho a decidir, que marca la agenda política y mediática catalana, es un terreno hostil para los socialistas. Pere Navarro parece un equilibrista desfilando por una estrecha cuerda en medio de un vendaval con vientos de distintas latitudes. Quizás, entre tanta ambigüedad, es interesante destacar la claridad del portavoz Jaume Collboni, bastante autocrítico en las dos últimas ocasiones que he tenido para hablar con él. No se mordió la lengua cuando le pregunté, antes del verano, sobre la actitud inflexible de algunos barones del PSOE sobre el derecho a decidir e incluso con las nóminas insultantes de algunos de sus referentes estatales, como Felipe González y Elena Salgado. Lo más interesante del caso es que Collboni va ganando enteros para ser el próximo aspirante del PSC a la alcaldía de Barcelona, al menos así lo aseguró EL PAIS. En esta otra y más reciente conversación, no lo desmiente.
Hacen falta políticas sociales ‘olímpicas’. Los recortes sociales, las políticas de austeridad, la caída de las ayudas y prestaciones o la privatización de los servicios públicos están minando las perspectivas de futuro de los sectores más vulnerables. Desde el tercer sector y el tejido asociativo de Barcelona se alerta de los sucesivos impagos por parte de las administraciones y la retirada de las ayudas provenientes del mundo privado, que han obligado a muchas asociaciones a reducir programas y parte de su personal. Una situación crítica para el colchón social que supone este sector que, a menudo, cubre aquellas necesidades que la administración no puede atender. Desde IntegraSons, entidad sin ánimo de lucro que trabaja en la construcción de orquestas infantiles y juveniles en barrios desfavorecidos, coincidimos con este delicado diagnóstico. Los proyectos de cohesión social y la profundización en el diálogo intercultural han de ser prioritarios en tiempo de crisis, más que la participación de Barcelona en según qué eventos. Haría bien el consistorio en centrar sus esfuerzos y recursos a que todos tengamos las mismas oportunidades para salir de la crisis.

La orquesta ‘Barris en Solfà’ de la asociación IntegraSons. Foto: @IntegraSons
Pepe Rubianes, entre las citas de David Fernández. El día que entrevisté al representante de la CUP en el Parlament, David Fernández, le pedí dos referentes políticos, uno internacional y otro catalán. Él citó Rosa Parks y August Gil Matamala, respectivamente. Dos habituales en su interminable lista de referencias, como lo demuestra en las intervenciones parlamentarias. El otro día, durante el Debate de Política General, articuló un nuevo discurso lleno de citas en el que habló de “un país con un gorila blanco y una virgen negra”, como solía hacer el actor Pepe Rubianes. En ese momento él no lo dijo, pero varias voces ya lo han pedido: menos calles dedicadas a personajes de pasado oscuro —#NoAvingudaSamaranch— y más acordarnos de los que, sin necesidad de haber nacido en Catalunya, nos defendieron siempre. Se extraña hoy más que nunca tú la sonrisa de libertad, Pepe.